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miércoles, 18 de septiembre de 2013

CARTA DE ALIANZA - SEPTIEMBRE DE 2013






Boletín del Movimiento de Schoenstatt                                                                 Argentina – 18 de septiembre de 2013

Queridos hermanos en la Alianza:
Ya estamos en septiembre, la naturaleza se viste de un nuevo verdor como una magnífica epifanía de la vida. No es mera coincidencia que sea un mes con tantas fiestas dedicadas a la Sma. Virgen, la Madre de la Vida y la Esperanza. También cada 15 de septiembre recordamos el día del fallecimiento del P. José Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt. Dios, en su infinita misericordia, nos regala en cada tiempo hombres que nos hacen más palpable su gran amor; son padres, son "puentes" que nos unen a Dios. 
Pero este septiembre es muy especial: hablando de hombres de Dios, toda la Iglesia está de fiesta porque el sábado 14 de septiembre fue beatificado el P. José Gabriel Brochero, más conocido como el "Cura" Brochero.
José Gabriel nació en la cercanía de Santa Rosa de Río Primero, Córdoba, el 16 de marzo de 1840. Fue el cuarto de diez hijos; sus padres, creyentes y trabajadores de campo, le trasmitieron una profunda fe cristiana. Con casi dieciséis años ingresó en el Seminario de Córdoba y fue ordenado sacerdote el 4 de noviembre de 1866. En los primeros años sacerdotales colaboró en la Iglesia Catedral y como prefecto de estudios del Seminario.
En 1869 se hizo cargo del Curato en el valle de Traslasierra, viviendo en Villa del Tránsito, localidad hoy llamada Villa Cura Brochero. Su campo pastoral abarcaba una extensión enorme, con menos de 10.000 habitantes, abandonada, sin caminos, sin escuelas y donde las mismas sierras grandes los separaban más aún de la capital de la provincia. Hizo suyas las grandes necesidades de la gente. Movilizó a sus feligreses y pidió insistentemente ayuda a los gobernantes para construir iglesias, capillas y escuelas. Brochero fundó pueblos y oficinas de correo, proyectó y abrió más de doscientos kilómetros de caminos, más el ramal ferroviario que une el Valle de Traslasierra, entre Villa Dolores y Soto. Deseaba sacar a sus queridos serranos de la pobreza: "Abandonados de todos, pero no por Dios", solía repetir.
Entre sus múltiples obras hay que resaltar la Casa de Ejercicios, en donde se palpa claramente su espíritu apostólico. En agosto de 1877 comenzaron las prime­ras tandas de ejercicios espirituales de varones y de mujeres, inspirados en los ejercicios ignacianos. Hasta su muerte se regis­tra­ron 158 tandas, habiendo pasado un total de 38.046 ejerci­tan­tes, mucho más que los mismos habitantes de la zona. El día de la colocación de la piedra fundamental de la santa casa, el Cura Brochero, pensando en tantas personas que se unirían al Señor por los ejercicios espirituales, tomó una gran piedra y la tiró en el pozo de los cimientos exclamando "¡te jodiste diablo!".  
Con ese lenguaje sencillo (que escandalizó a muchos) el Cura Brochero buscaba hacer comprensible el Evangelio del Señor a gente sin formación y encaminarlos a una renovación de vida en Cristo. Se acercó hasta los más alejados ranchos de las sierras montado en su mula "malacara". Se cuenta que ningún enfermo quedó sin los sacramentos, ni la lluvia ni el frío jamás lo detuvieron, y decía: "¡Guay de que el diablo me robe un alma!". Se entregó a todos con corazón sacerdotal, especialmente a los más pobres y alejados. Estuvo siempre con su gente, guiándolos, educándolos, amándolos como un padre en el nombre de Cristo. Por eso, la gente lo llamaba con cariño y respeto: el Cura Gaucho.
En su vejez, Brochero se enfermó de lepra. Fue la consecuencia de haber compartido no sólo su mate sino también toda su vida con la gente sana y enferma. Los últimos días los pasó sordo y ciego hasta que, el 26 de enero de 1914, falleció en su lugar, la Villa del Tránsito.
El Papa Francisco nos dice:
"El Cura Brochero tiene la actualidad del Evangelio, es un pionero en salir a las periferias geográficas y existenciales para llevar a todos el amor, la misericordia de Dios. No se quedó en el despacho parroquial, se desgastó sobre la mula y acabó enfermando de lepra, a fuerza de salir a buscar a la gente, como un sacerdote callejero de la fe. Esto es lo que Jesús quiere hoy, discípulos misioneros, ¡callejeros de la fe!
Brochero era un hombre normal, frágil, como cualquiera de nosotros, pero conoció el amor de Jesús, se dejó trabajar el corazón por la misericordia de Dios. (…) Dejemos que el Cura Brochero entre hoy, con mula y todo, en la casa de nuestro corazón y nos invite a la oración, al encuentro con Jesús, que nos libera de ataduras para salir a la calle a buscar al hermano, a tocar la carne de Cristo en el que sufre y necesita el amor de Dios. Solo así gustaremos la alegría que experimentó el Cura Brochero, anticipo de la felicidad de la que goza ahora como beato en el cielo".              
Queridos hermanos, como María, Madre y misionera, como el Cura Brochero, como el P. Fundador y Don Joao Pozzobon salgamos y compartamos con amor ardiente lo que hemos recibido, anunciemos el amor de Dios que quiere vivir en Alianza con sus hijos, y con hechos concretos construyamos una cultura de Alianza.
Con esta gran alegría nos encaminamos hacia el año jubilar del Centenario de Schoenstatt que comenzará el mes próximo, el 18 de octubre.
Desde el Santuario reciban un cordial saludo y bendición.
¡Feliz día de Alianza!
P. José Javier Arteaga

¡CON MARÍA ARDAMOS POR LA MISIÓN!

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