Historia
Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.
En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:
"El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los "Carmelitas", familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, "llegó felizmente a la santa montaña" (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.
La estrella del Mar y los Carmelitas
Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.
Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.
Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.
La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.
EL ESCAPULARIO CARMELITA
"La devoción del escapulario del Carmen ha hecho descender sobre el mundo una copiosa lluvia de gracias espirituales y temporales" (Pío XII, 6-VIII-1950).
¿Qué es el Escapulario Carmelita?
Escapulario carmelita
Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial.
El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos sino que nos nos disponen al amor a Dios y a la verdadera contrición del pecado si los recibimos con devoción.
Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican. Las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.
Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. (ver ilustración arriba). Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos.
Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: "Así como los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, así Nuestra Señora Madre María está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios."
¿Cómo se originó el escapulario?
La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás.
La Virgen María entrega el escapulario el 16 de julio de 1251
En el año 1246 nombraron a San Simón Stock general de la Orden Carmelita. Este comprendió que, sin una intervención de la Virgen, a la orden le quedaba poco tiempo. Simón recurrió a María poniendo la orden bajo su amparo, ya que ellos le pertenecían. En su oración la llamó "La flor del Carmelo" y la "Estrella del Mar" y le suplicó la protección para toda la comunidad.
En respuesta a esta ferviente oración, el 16 de julio de 1251 se le aparece la Virgen a San Simón Stock y le da el escapulario para la orden con la siguiente promesa:
"Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno"
Aunque el escapulario fue dado a los Carmelitas, muchos laicos con el tiempo fueron sintiendo el llamado de vivir una vida mas comprometida con la espiritualidad carmelita y así se comenzó la cofradía del escapulario, donde se agregaban muchos laicos por medio de la devoción a la Virgen y al uso del escapulario. La Iglesia ha extendido el privilegio del escapulario a los laicos.
La Santísima Virgen se apareció al Papa Juan XXII en el siglo XIV y le prometió para quienes cumplieran los requisitos de esta devoción que "como Madre de Misericordia con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, (...) sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza".
Explicación de la Promesa:
Muchos Papas, santos y teólogos católicos han explicado que, según esta promesa, quien tenga la devoción al escapulario y lo use, recibirá de María Santísima a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia en el estado de gracia (sin pecado mortal) o la gracia de la contrición (arrepentimiento). Por parte del devoto, el escapulario es una señal de su compromiso a vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo perfecto de la Virgen Santísima.
El escapulario tiene 3 significados:
1) El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.
Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual.
Vemos en la Biblia:
-Dios cubrió con un manto a Adán y Eva después de que pecaron. (manto - signo de perdón)
-Jonatán le dio su manto a David: símbolo de amistad
-Elías dio su manto a Eliseo y lo llenó de su espíritu en su partida.
-S. Pablo: revístanse de Cristo: vestirnos con el manto de sus virtudes.
2)Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.
Consagración: 'pertenecer a María' es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.
-En 1950 Papa Pío XII escribió acerca del escapulario: "que sea tu signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, lo cual estamos particularmente necesitando en estos tiempos tan peligrosos"
En las palabras del Papa vemos mas vez mas devoción a la Virgen del Carmen es devoción a la Inmaculada.
Quien lleve el escapulario debe estar consciente de su consagración a Dios y a la Virgen y ser consecuente en sus pensamientos, palabras y obras.
3)El suave yugo de Cristo: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30)
-El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar.
Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.
Se debe vivir lo que significa
El escapulario es un signo de nuestra identidad como católicos, vinculados de íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plenamente según nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación. Esto requiere que seamos pobres (un estilo de vida sencillo sin apegos materiales), castos y obedientes por amor a Dios.
Al usar el escapulario constantemente hacemos silenciosa petición de asistencia continua a la Santísima Madre. La Virgen nos enseña e intercede para que recibamos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando Su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercano a las necesidades de nuestros hermanos. El escapulario además es un recuerdo de que nuestra meta es el cielo y todo lo de este mundo está pasando.
En momentos de tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre, resueltos a ser fieles al Señor. Ella nos dirige hacia el Sagrado Corazón de su Hijo Divino y el demonio es forzado a retroceder vencido.
Imposición del Escapulario:
-La imposición se hace preferentemente en comunidad.
-Es necesario que en la celebración quede bien expresado el sentido espiritual de las gracias unidas al Escapulario de la Virgen del Carmen y los compromisos asumidos con este signo de devoción a la Santísima Virgen.
-El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice la oración:
"Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos,
lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal
y te lleve a la vida eterna"
¿Puede darse el escapulario a quien no es católico?
Sí. El escapulario es signo de la Maternidad Espiritual de María y debemos recordar que ella es madre de todos. Muchos milagros de conversión se han realizado en favor de buenos no-católicos que se han decidido a practicar la devoción al escapulario.
Advertencias prácticas
Una vez bendecido el primer escapulario, el devoto no necesita pedir la bendición para escapularios posteriores.
Los escapularios gastados, si han sido bendecidos no se deben echar a la basura. Se pueden quemar o enterrar como signo de respeto.
Alerta contra abusos:
El escapulario NO salva por si solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. Mons. Kilian Lynch, antiguo general de la Orden Carmelita nos dice: "No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la ´omnipotencia suplicante´ de la madre de la misericordia."
Los Papas y Santos han muchas veces alertado acerca de no abusar de la promesa de nuestra madre como si nos pudiéramos salvar llevando el escapulario sin conversión. El Papa Pío XI nos advierte: "aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte, deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor"
Vivir en pecado y usar el escapulario como ancla de salvación es cometer pecado de presunción ya que la fe y la fidelidad a los mandamientos es necesaria para todos los que buscan el amor y la protección de Nuestra Señora.
San Claude de la Colombiere advierte: "Tu preguntas: ¿y si yo quisiera morir con mis pecados?, yo te respondo, entonces morirás en pecado, pero no morirás con tu escapulario"
El Privilegio Sabatino: (sábado)
Este privilegio es una promesa de la Virgen que consiste en la liberación del purgatorio el primer sábado (día que la Iglesia ha dedicado a la Virgen) después de la muerte por medio de una intercesión especial de la Virgen
Se originó en una bula o edicto que fue proclamado por el Papa Juan XXII en marzo 3, 1322 como resultado de una aparición que tuvo de la Virgen en la que prometió para aquellos que cumplieran los requisitos de esta devoción que "como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza".
Condiciones para que aplique este privilegio
1) Usar el escapulario con fidelidad.
2) Observar castidad de acuerdo al estado de vida.
3) Rezo del oficio de la Virgen (oraciones y lecturas en honor a la Virgen) o rezar diariamente 5 décadas del rosario.
El Papa Pablo V confirmó en una proclamación oficial que se podía enseñar acerca del privilegio sabatino a todos los creyentes.
El Escapulario y la Virgen de Fátima:
Es evidente que la Virgen María quiere revelarnos de manera especial el escapulario. Reporta Lucia (vidente de Fátima, hoy Hermana María del Inmaculado Corazón), que en la última aparición (Octubre, 1917, día del milagro del sol), la Virgen vino vestida con el hábito carmelita y con el escapulario en la mano y recordó que sus verdaderos hijos lo llevaran con reverencia. También pidió que los que se consagraran a ella lo usaran como signo de dicha consagración.
ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN
SÚPLICA PARA TIEMPOS DIFÍCILES
"Tengo mil dificultades:
ayúdame.
De los enemigos del alma:
sálvame.
En mis desaciertos:
ilumíname.
En mis dudas y penas:
confórtame.
En mis enfermedades:
fortaléceme.
Cuando me desprecien:
anímame.
En las tentaciones:
defiéndeme.
En horas difíciles:
consuélame.
Con tu corazón maternal:
ámame.
Con tu inmenso poder:
protégeme.
Y en tus brazos al expirar:
recíbeme.
Virgen del Carmen, ruega por nosotros.
Amén."
Por Madre Adela Galindo, sctjm
POR QUE TE AMO, MARÍA
Escrita por
Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz
Doctora de la Iglesia
1 Cantar, Madre, quisiera
por qué te amo .
Por qué tu dulce nombre
me hace saltar de gozo <1> el corazón,
y por qué el pensamiento de tu suma grandeza
a mi alma no puede inspirarle temor.
Si yo te contemplase en tu sublime gloria,
muy más brillante sola
que la gloria de todos los elegidos juntos,
no podría creer que soy tu hija,
María, en tu presencia bajaría los ojos...
2 Para que una hija pueda a su madre querer,
es necesario que ésta sepa llorar con ella,
que con ella comparta sus penas y dolores.
¡Oh dulce Reina mía,
cuántas y amargas lágrimas lloraste en el destierro
para ganar mi corazón, ¡oh Reina!
Meditando tu vida
tal como la describe el Evangelio,
yo me atrevo a mirarte y hasta a acercarme a ti.
No me cuesta creer que soy tu hija,
cuando veo que mueres,
cuando veo que sufres
como yo <2>.
3 Cuando un ángel del cielo te ofrece ser la Madre
de un Dios que ha de reinar eternamente,
veo que tú prefieres, ¡oh asombroso misterio!,
el tesoro inefable de la virginidad.
Comprendo que tu alma, inmaculada Virgen,
le sea a Dios más grata
que su propia morada de los cielos.
Comprendo que tu alma, humilde y dulce valle,
contenga a mi Jesús, océano de amor <3>.
4 Te amo cuando proclamas
que eres la siervecilla del Señor,
del Señor a quien tú con tu humildad cautivas.
Esta es la gran virtud que te hace omnipotente
y a tu corazón lleva la Santa Trinidad.
Entonces el Espíritu, Espíritu de amor,
te cubre con su sombra,
y el Hijo, igual al Padre,
se encarna en ti...
¡Muchos habrán de ser
sus hermanos
pecadores
para que se le llame: Jesús, tu primogénito!
5 María, tú lo sabes: como tú <4>,
no obstante ser pequeña, poseo y tengo en mí
al todopoderoso.
Mas no me asuste mi gran debilidad,
pues todo los tesoros de la madre
son también de la hija,
y yo soy hija tuya, Madre mía querida.
¡Acaso no son mías tus virtudes
y tu amor también mío?
Así, cuando la pura y blanca Hostia
baja a mi corazón,
tu Cordero, Jesús, sueña estar reposando
en ti misma, María.
6 Tú me haces comprender, ¡oh Reina de los santos!,
que no me es imposible caminar tras tus huellas.
Nos hiciste visible
el estrecho camino que va al cielo
con la constante práctica de virtudes humildes.
Imitándote a ti,
permanecer pequeña es mi deseo,
veo cuán vanas son las riquezas terrenas.
Al verte ir presurosa a tu prima Isabel,
de ti aprendo, María,
a practicar la caridad ardiente.
7 En casa de Isabel escucho, de rodillas,
el cántico sagrado, ¡oh Reina de los ángeles!,
que de tu corazón brota exaltado <5>.
Me enseñas a cantar los loores divinos,
a gloriarme en Jesús, mi Salvador.
Tus palabras de amor son las místicas rosas
que envolverán en su perfume vivo <6>
a los siglos futuros.
En ti el Omnipotente obró sus maravillas,
yo quiero meditarlas y bendecir a Dios.
8 A san José, que ignora
el milagro asombroso
que en tu humildad <7> quisieras ocultar,
tú le dejas llorar cerca del tabernáculo
donde se oculta y vela
la divina beldad del Salvador.
¡Oh, cuánto amo, María, tu elocuente silencio!
Es para mí un concierto muy dulce y melodioso,
que canta a mis oídos la grandeza,
y hasta la omnipotencia,
de un alma que su auxilio sólo del cielo espera...
9 Luego, en Belén, os veo, ¡oh María y José!,
rechazados por todos.
Nadie quiere acoger en su posada
a dos pobres y humildes forasteros.
¡Sólo para los grandes tienen sitio...!
Y en un establo mísero, rudo y destartalado,
tiene que dar a luz la Reina de los cielos
a su Hijo Dios.
¡Madre del Salvador,
qué amable me pareces, qué grande me pareces
en tan pobre lugar!
10 Cuando veo al Eterno en vuelto en los pañales
y oigo el tierno vagido del Verbo entre las pajas,
¿podría yo, María, en ese instante,
envidiar a los ángeles?
¡Su Señor adorable es mi hermano querido!
¡Cómo te amo, María, cuando en nuestra ribera
abres para nosotros esa divina Flor!
¡Cómo te amo, Virgen, cuando escuchas
a los simples pastores, y a los magos,
y guardas y meditas todo eso
dentro del corazón!
11 Te amo cuando te mezclas con las demás mujeres
que dirigen sus pasos al templo del Señor.
Te amo cuando presentas al Niño que nos salva
al venerable anciano que le toma en sus brazos.
Al principio yo escucho sonriendo
su cántico, mas pronto sus acentos
hacen correr mis lágrimas.
Hundiendo en el futuro su mirada profética,
Simeón te presenta la espada del dolor.
12 ¡Oh Reina de los mártires, la espada dolorosa
traspasará tu pecho
hasta la tarde misma de tu vida!
Ya te ves obligada
a abandonar el suelo de tu patria
por escapar, huyendo,
del furor sanguinario de un envidioso rey.
Jesús duerme tranquilo
bajo los suaves pliegues de tu velo
cuando José te advierte que hay que partir aprisa.
Y es pronto tu obediencia:
tú partes sin demora y sin razonamientos.
13 En la tierra de Egipto, me parece, ¡oh María!,
que, a pesar de vivir en la suma pobreza,
lleno de gozo y paz vive tu corazón.
¿Qué te importa el destierro? ¿No es, acaso, Jesús
la patria de las patrias, la más bella?
Poseyéndole a él, tú posees el cielo.
Mas en Jerusalén, una amarga tristeza
te envuelve y, como un mar, tu corazón inunda.
Por tres días Jesús se esconde a <8> tu ternura,
y entonces si, sobre tu vida cae
un oscuro, implacable, riguroso destierro.
14 Por fin logras hallarle, y al tenerle,
rompe tu corazón en transporte amoroso.
Y le dices al Niño, encanto de doctores:
"Hijo mío, ¿por qué has obrado así?
Tu padre y yo, con lágrimas, te estábamos buscando".
Y el Niño Dios responde, ¡oh profundo misterio!,
a la Madre querida que hacia él tiende los brazos:
"¿A qué buscarme, Madre? ¿No sabías, acaso,
que en las cosas que son del Padre mío
he de ocuparme ya?"
15 Me enseña el Evangelio que sumiso
a María y José permanece Jesús,
mientras crece en sabiduría.
¡Y el corazón me dice
con qué inmensa ternura a sus padre queridos
él obedece siempre!
Ahora es cuando comprendo el misterio del templo,
las palabras ocultas del amable Rey mío:
Tu dulce Niño, Madre,
quieres que seas tú el ejemplo vivo
del alma que le busca
a oscuras, en la noche de la fe.
16 Puesto que el Rey del cielo quiso ver a su Madre
sometida a la noche,
sometida a la angustia
del corazón <9>,
¿será, acaso, merced sufrir aquí en la tierra?
¡Oh, sí...! ¡Sufrir amando es la dicha más pura <10>!
Puede tomar de nuevo Jesús lo que me ha dado,
dile que por mí nunca se moleste.
Puede, si a bien lo tiene, esconderse de mí,
me resigno a esperarle
hasta que llegue el día sin ocaso
en el que para siempre se apagará mi fe <11>...
17 Yo sé que en Nazaret, Virgen llena de gracia,
viviste pobremente sin ambición de más.
Ni éxtasis ni raptos ni milagros
tu vida hermosearon, ¡Reina de los electos!
Muchos son en la tierra los pequeños,
y ellos pueden alzar, sin miedo, a ti los ojos.
Por el común camino, oh Madre incomparable,
caminas tú, guiándonos al cielo!
18 Vivir contigo quiero, Madre amada,
a la espera del cielo,
seguirte en el destierro día a día.
En tu contemplación yo me hundo absorta,
y de tu inmenso corazón descubro
los abismos de amor.
Tu maternal mirada desvanece mis miedos,
y m enseña a llorar, y me enseña a reír.
Lejos de despreciar las fiestas de la tierra,
las fiestas que son santas,
tú, Madre, las comparte y bendices.
19 Al ver que los esposos de Caná
no pueden ocultar al gran apuro
en que se encuentran por faltarles vino,
con maternal solicitud acudes
al Salvador, tu Hijo,
de su poder divino esperando la ayuda.
Jesús parece rechazar tu súplica
en un primer momento:
"Mujer, ¿qué no importa esto a ti y a mí?"
Mas de su corazón allá en el fondo
madre suya te llama,
y para ti y por ti Jesús realiza
su milagro primero.
20 Te veo un día, Madre, en la colina,
entre los pecadores <12> que escuchan la palabra
de aquel que más nadie
desea recibirles a todos en el cielo.
Alguien dice a Jesús que quieres verle.
Entonces él, Hijo divino tuyo, ante la gente
muestra lo inmensamente que nos ama:
"¿Quién es mi hermano -dice-, quién mi hermana,
y mi madre quién es, sino el que cumple
mi voluntad en todo?"
21 Al escucharle, tú, Virgen inmaculada,
¡oh Madre, la más tierna!,
no te entristeces <13>, antes bien te alegras
de que nos haga comprender entonces
que aquí abajo, en la tierra, nuestra alma
se hace familia suya.
¡Oh, sí, te alegras, Virgen, de que él nos dé su vida,
el tesoro infinito de su divinidad!
¿Cómo no amarte y bendecirte, viendo
en ti tanto amor, tanta humildad?
22 Tú nos amas, María, como Jesús nos ama,
por nosotros aceptas verte alejada de él.
Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo:
quisiste demostrarlo quedando con nosotros
como fuerte y visible ayuda nuestra.
¡Conocía Jesús tus íntimos secretos
y la inmensa ternura
de tu divino corazón de madre!
Te nos dejó a nosotros,
como refugio fiel de pecadores,
cuando, para esperarnos en el cielo,
abandonó la cruz.
23 Te me apareces, Virgen,
en la sombría cumbre del Calvario,
de pie junto a la cruz,
igual que un sacerdote en el altar,
ofreciendo tu Víctima,
tu Jesús amadísimo,
nuestro dulce Emmanuel,
para desenfadar la justicia del Padre.
Un profeta lo dijo, ¡oh Madre desolada!:
"¡No hay dolor semejante a tu dolor!"
¡Oh Reina de los mártires, quedando en el destierro,
prodigas por nosotros
toda la sangre de tu corazón!
24 La casa de san Juan se hace tu único asilo,
de Zebedeo el hijo reemplaza a tu Jesús...
Y es éste ya el último detalle
que nos da el Evangelio <14,
de la Virgen María no vuelve ya a hablar más.
Pero, Madre querida, su silencio profundo
¿acaso no revela
que el Verbo eterno -él mismo- cantar quiere
de tu vida los íntimos secretos,
para gozosa gloria de tus hijos,
los santos moradores de la patria del cielo?
25 Yo escucharé muy pronto esa dulce armonía,
iré muy pronto a verte en , el hermoso cielo.
Tú que viniste a sonreírme, Madre,
en la suave mañana de mi vida,
ven otra vez a sonreírme ahora...,
pues ha llegado ya de mi vida la tarde.
No temo el resplandor de tu gloria suprema <16>,
he sufrido contigo,
y ahora quiero
cantar en tus rodillas, Virgen, por qué te amo
¡y repetir por siempre y para siempre
que yo soy hija tuya...!
La pequeña Teresa...
NOTAS -
POR QUE TE AMO, MARÍA
Fecha: mayo de 1897. - Compuesta espontáneamente (pero también a petición de sor María del Sagrado Corazón). - Publicación: HA 98, treinta y nueve versos corregidos. - Melodía: La plainte du mousse.
"Todavía tengo que hacer una cosa antes de morir", le decía Teresa a Celina: "Siempre he soñado con exponer en un canto a la Santísima Virgen todo lo que pienso sobre ella" (PA, Roma, p. 268). En este mes de mayo comienza a vislumbrar la posible difusión de sus escritos. Y juzga que sus "pensamientos" sobre María son parte integrante de la "obra importantísima" que se está preparando (CA 1.8.2).
Ahora más que nunca, Teresa "no puede alimentarse más que de la verdad" (5.8.4). Necesita "ver las cosas tal como son" (CA 21.7.4). Y respecto a la Virgen María, lo único que le interesa es "su vida real, no su vida supuesta" (CA 21.8.3*). E instintivamente vuelve su mirada al Evangelio, su única fuente ya de inspiración.: "Este libro me basta" (CA 15.5.3 y cf Cta 226). Y nos informa incluso sobre el "método" que ella sigue: "Me enseña el Evangelio ... y el corazón me dice" (estr. 15).
Y el corazón le hace "comprender", por connaturalidad, el sentido escondido de los hechos y el alcance de los mismos para su vida de hoy y muy pronto también para su eternidad. Estos últimos meses la mirada del corazón se ha ido afinando en ella de mil maneras, pero sobre todo en dos campos muy concretos: el misterio del sufrimiento bajo el crisol de la prueba; la amplitud de las exigencias de la caridad, gracias a luces muy intensas que recibió; y todo ello rodeado de silencio.
Este largo poema hay que acogerlo, ante todo, en actitud de oración: es, en efecto, una especie de himno litúrgico, de doscientos versos alejandrinos, que traducen a la perfección "la objetividad" a la que quiere ceñirse la autora. Pero, no obstante, una emoción contenida recorre estas estrofas que alcanzan momentos de gran altura (estr. 8, 16, 22...). Bellas imágenes vienen a enriquecerlo (3,8-9; 7,6-8...); brotan fórmulas lapidarias (10,5; 16,6, que son como el Credo de Teresa; y el famoso 22,3). Lo corona todo una estrofa realmente magnífica.
"La pequeña Teresa" firma estas líneas con mano desfalleciente: humilde y conmovedor punto final a toda su obra poética.
<1> Expresión fuerte que merece tanta más atención cuanto que Teresa, acrisolada por la prueba, "ya no sabe lo que son las alegrías vivas" (CA 13.7.17); "El pensamiento de la felicidad eterna apenas si hace estremecerse a mi corazón" (Cta 254). Ese verbo ["Tressaillir" = saltar de gozo, estremecerse. N. del T.] aparece usado catorce veces en los escritos (Ms A 60vº; Ms B 3rº; Cta 74, 107, 134, 254, 258, 261; y cinco veces en las RP), y además en CA 17.7 y 20.8.4.
<2> Ese parecido en la debilidad es como una constante que tiene el don de emocionar a Teresa; cf, por ejemplo, P 34,11. Sobre el sufrimiento de María, cf 20.8.11.
<3> Esta hermosa imagen del "humilde y dulce valle", lecho del "océano de amor" sugiere muy a las claras la plenitud de paz y de sosiego que Dios pide y ofrece a la criatura que acepta recibirlo a él.
<4> Misterio de la omnipotencia que se realiza en la pequeñez de la criatura: éste es el "tesoro" que tienen en común la madre y la hija. Una y otra han recibido "el tesoro inefable de la virginidad" (3,4), "tierra natal de Jesús" (Cta 122). Las dos tienen en ellas al "Hijo igual al Padre" (4,8), una por el misterio único de la Encarnación (estr. 4), la otra por la inhabitación trinitaria (5,2-3, que no remite a P 10,2) y especialmente por la comunión eucarística (5,10-11). Madre e hija acogen en ellas a "Jesús, (el) Cordero" con idénticas disposiciones.
<5> Como ya ocurría en P 15, también en este poema el corazón" ocupa un lugar importante: catorce veces se menciones, y diez de ellas se refiere a María.
<6> Imagen profundamente teresiana, en la que el Magnificat se compara a una rosaleda que "envuelve en su perfume" (toda la riqueza de la rosa y del perfume, en Teresa...).
<7> Tema difícil, que viene tratado con sobriedad. Teresa expresa con bellas imágenes la dolorosa expectación de José y el "elocuente" silencio de la Virgen.
<8> "Esconderse" (13,9; 16,9; y 15,6 en el original francés), "buscar" (14,5 y 7; 15,10): éste es el austero drama que describen todos esos versos consagrados al "misterio del templo". Y la meditación se va haciendo cada vez más profunda, hasta llegar a esa asombrosa proclama de paciencia de la estrofa 16,7-12, cúspide del poema, en que volvemos a encontrar aquel patético despojo de la Rosa deshojada.
<9> Estos cuatro versos (1-4) desarrollan la intuición anunciada en 15,9-12: es el propio Jesús quien quiere la prueba para los que más ama. Esta certeza, que es una constante en Teresa, aparece afirmada muchas veces en las cartas; cf, entre muchas otras, Cta 190.
<10> Esta alegría en el sufrimiento está ampliamente documentada en esta época de la vida de Teresa: Cf Ms C 7rº; Cta 253; P 31,3; y en las Ultimas conversaciones. Podrá comprobarse el progreso realizado desde enero, releyendo P 29, donde la "alegría" es aún un acto de fe voluntario, y se diría que no muy alegre... Después de haber alcanzado el punto más alto del abandono ("Una rosa deshojada), la encontraremos, en la enfermería, con una naturalidad total y con una alegría sin fisuras ya.
<11> No sólo será la fe lo que se "apagará" para ella, como para todo el mundo, en último día, sino también "la angustia del corazón"; cf Ms C 5vº. Teresa "se resigna" -mejor, acepta- a tener una paciencia ilimitada. Abandono realmente heroico, admirablemente expresado por la imagen de "la fe" (esa "antorcha de la fe" en el corazón de la noche, Ms C 6rº) que "se apagará" cuando amanezca "el día sin ocaso" de la visión cara a cara.
<12> La "colina" donde se reunirán los "pecadores": una precisión que no encontramos en ninguno de los sinópticos, pero que está acorde con el espíritu del Ms C.
<13> María no se reserva codiciosamente su condición única de "Madre" de Jesús. Acepta ser desapropiada de ese título, a la espera de la desapropiación efectiva y real cuando Juan "reemplace a Jesús" (24,2).
<14> El velo vuelve a caer sobre la existencia de María. Teresa no menciona el descendimiento de la cruz. "Ve... mira... oye... escucha" lo que relata el evangelista, y no va más allá con la imaginación. Omite, pues, los "misterios gloriosos". El propio Jesús se reserva para sí el ser su canto en el cielo (cf estr. 24).
<15> La sonrisa de la Virgen en los Buissonnets, el 13 de mayo de 1883, cf Ms A 30rº. El 8 de julio, cuando baje a la enfermería, encontrará allí, para recibirla, a la Virgen de la Sonrisa: "Nunca me pareció tan hermosa" (Ultimas Conversaciones, Burgos, Monte Carmelo, 1973, pp. 385s). Una hora antes de morir, volverá a clavar largamente en ella su mirada (Ib., p 335).
<16> El poema vuelve sobre sí mismo, y el lazo se cierra con el verso 7 que responde a la estrofa 1.
http://www.caminando-con-maria.org/MESDEMARIA/TERESITA/PORQUETE%20AMO.htm
¡HERMANO MADRUGADOR, ESTE SABADO,
REGALA A DIOS, A TI MISMO Y A TUS HERMANOS!
MADRUGAR
CONFESAR
COMULGAR
ADORAR AL SANTÍSIMO SACRAMENTO
REZAR EL ROSARIO
SERVIR AL HERMANO
Y…AMANDO A LOS HERMANOS:
¡DAR!
ADSUM!
ADSUMUS!
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