Madrugada del 21 de noviembre de 2009 - PRESENTACIÓN DE MARÍA

Por problemas de salud de nuestro habitual cronista y sumado a algunos problemas técnicos, no podemos en esta oportunidad presentarles la cónica de la última Madrugada en la Parroquia Nuestra Señora de la Rábida.

Les rogamos disculpen las molestias causadas

por este silencio y les agradecemos la fidelidad de seguir visitando nuestro blog.

Les acercamos algunas fotos para que quede como registro de nuestra Madrugada y la transcripción de la Homilia dada por el Padre Martín Ripa en la Misa.

Mateo 12, 46-50
Lectio Divina

“Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”

La homilía a cargo del padre Martín estuvo centrada en la fiesta de la presentación de la Virgen María. Se trata de una devoción que comenzó en el siglo VI en Oriente, con fuerte raigambre en la dedicación de un templo majestuoso para aquella época construido en el monte de Sion en honor a la Virgen, y en el episodio de la presentación de María en el templo narrado en un libro apócrifo, el protoevangelio de Santiago, aparecido en el siglo II. Según este evangelio, Ana y Joaquín quisieron, en un acto de fe, dar gracias a Dios por el nacimiento de su hija y la consagraron a Él de por vida cuando tenía tres años. Si bien no es uno de los libros incorporados en el canon de la Iglesia, esta devoción tuvo gran acogida entre los cristianos tanto de Oriente como de Occidente, donde fue aceptada oficialmente por el Papa Pío II a mediados del siglo XV. Tan es así que cuando en el Concilio Vaticano II se hizo una revisión de todas las fiestas para dejar solo aquellas que tuvieran sólidos fundamentos, se ratificó esta fiesta de la Consagración de la Virgen María.

Luego de trece años de preparación a partir de esta consagración María dio su sí, “cúmplase en mí según has dicho”, y –virgen antes, durante y después del parto albergó en su vientre a Jesús, y unidos a Él, nos albergó también a nosotros dándonos nueva Vida en su tarea de corredentora. Advertimos hoy una brutal contraposición en tantos casos en los que el aborto convierte vientres maternos en lechos de muerte.

María, a su vez, presentó a su hijo Jesús en el templo de Jerusalén para dar gracias públicamente por el don de su maternidad y para consagrarlo y consagrarnos al Padre.

Sigamos los pasos de nuestra Madre, démos nuestro sí, vivamos en sintonía con la voluntad de Dios y consagrémonos a Él con una entrega apostólica y misionera.

Que Nuestra Mater les siga amparando a todos y a cada uno de Ustedes.

ADSUM!
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