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domingo, 26 de abril de 2009

Mis Madrugadas

Uf!, cuánto me ha costado escribir esto, por muchos motivos lo digo, pero el principal, se me hacia muy difícil describir lo que realmente sucedió, el cambio dramático que tuvo nuestro humilde grupo ha sido fantástico, se que es tarde relatar estas vivencias, pero “más vale tarde que nunca”.



Cuando me invitaron la primera vez a participar de los Madrugadores, no me convencí mucho, un sábado en la mañana no era mi mejor opción luego de una ajetreada semana, pero hice el intento de cambiar un poco y fui; en aquel entonces terminamos siendo tres personas en el Pequeño Belén, Santuario que Roberto Horat cedió tan generosamente para que sea la cuna de un nuevo nacimiento.


Además el hecho de que sea sólo de hombres me impulsó a no dejarlo de lado, a los hombres nos cuesta estas cosas, somos más reacios a realizar estás cosas por sí solos, el que nos podamos acompañar mutuamente, realmente me motivó.



Roberto, Alejandro Guyer (el amigo que me invitó) y yo realizamos esa madrugada. El rezo del Laudes, el rosario y el desayuno fueron muy fraternales e inolvidables, no había mucho que hacer, no había mucho que contar, sólo estaban las ganas de unir nuestras voces con todas las voces de la Iglesia para Madrugar con ella.



Desde aquél día en que sólo éramos tres, a la siguiente madrugada fuimos más, vinieron aquellos que iniciaron esto, me sentí raro, pero alegre de que estaba en familia, pese a que no los conocía, pero eso no importaba porque el clima era tan fraterno que eso no importaba.



La calidez del Pequeño Belén, me transportaban con la imaginación a lo que podían ser nuestro antecesores en la fe, cuando en las catacumbas, en la oscuridad, en el silencio se reunían a dar gracias a Dios por los favores recibidos.


También debo confesar que el desayuno era muy llamativo, la dinámica me pareció muy buena, el poder compartir algo tan común para todos, me fue dando la confianza de estar con gente buena y sobre todo normal, si NORMAL, trabajadores, padres de familia, estudiante, etc... algunos con más primaveras que otros, pero todos con un mismo ideal y con la misma fe. Todos iguales ante Dios.







Ahora, dejamos esa cuna, ese pesebre en “Belén” y nos fuimos, como repetía varias veces Roberto, “de las catacumbas al Vaticano”. Era un día especial, creo que todos estábamos a la expectativa de cómo iba a ser, ansiosos de ver la luz, de rezar con la comunidad en el lugar más sagrados para nosotros que es la Parroquia, que no solo simbolizaba el reconocimiento hacia los Madrugadores como un movimiento más parroquial, sino como una luz de esperanza en un mundo tan destruido, alegres por saber que aún en esa destrucción siguen germinando nuevos carisma para renovar la Fe me la tierra y en nuestro caso, en la Argentina.


Ahora sólo estamos esperando esos primeros rayos de sol que nos anuncie que la Madrugada está por comenzar y repetir como hasta ahora hemos hecho... Adsum!


Madrugadores en el "Pequeño Belén"

Lucas M. Troncoso

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